Helen Thomas entrevistó durante cuarenta años a todos los inquilinos de la Casa Blanca, desde que empezó su andadura en la agencia United Press International.
Fue ella quien preguntó por qué las mujeres no podían entrar al club de prensa de Washington y tenían que contemplarlo todo desde la galería de visitantes.
Fue ella quien preguntó a los secretarios de prensa presidenciales por la decadencia de la ética en la política, al mismísimo Fidel Castro por el porvenir de su revolución y la primera vez que una periodista era tan certera, que no obtenía respuestas.
Fue ella en los años sesenta quien sacó de quicio a Richard Nixon, que no le gustaba que llevara pantalones y no vestidos, como todas las demás periodistas. Hasta la China le siguió para preguntarle en su viaje histórico en el año 72 por el escándalo Watergate. Cuando Nixon dimitió, siguió preguntando a Gerald Ford.
Helen Thomas se convirtió por méritos propios, en la periodista con la que todos los presidentes querían fotografiarse, a pesar de que sus preguntas siempre les ponían en aprietos: John F. Kennedy, Jimmy Carter, Ronald Reagan, Lyndon B. Johnson...hasta Barack Obama un día saltó la barrera imaginaria que le separaba de los periodistas para fotografiarse con ella.
A sus 94 años Thomas ya no celebrará su cumpleaños sentada en su butaca de honor en la primera fila, que a diferencia del resto, tiene su nombre. “Que se larguen de Palestina” fue la respuesta que le dio a un rabino al cuestionarla sobre el papel de los Estados Unidos en la situación de Israel. Sus declaraciones corrieron como la pólvora.
Desde entonces, Helen Thomas no responde por qué renunció a su cargo.
Desde entonces Helen Thomas ya no pregunta.
Fue ella quien preguntó por qué las mujeres no podían entrar al club de prensa de Washington y tenían que contemplarlo todo desde la galería de visitantes.
Fue ella quien preguntó a los secretarios de prensa presidenciales por la decadencia de la ética en la política, al mismísimo Fidel Castro por el porvenir de su revolución y la primera vez que una periodista era tan certera, que no obtenía respuestas.
Fue ella en los años sesenta quien sacó de quicio a Richard Nixon, que no le gustaba que llevara pantalones y no vestidos, como todas las demás periodistas. Hasta la China le siguió para preguntarle en su viaje histórico en el año 72 por el escándalo Watergate. Cuando Nixon dimitió, siguió preguntando a Gerald Ford.
Helen Thomas se convirtió por méritos propios, en la periodista con la que todos los presidentes querían fotografiarse, a pesar de que sus preguntas siempre les ponían en aprietos: John F. Kennedy, Jimmy Carter, Ronald Reagan, Lyndon B. Johnson...hasta Barack Obama un día saltó la barrera imaginaria que le separaba de los periodistas para fotografiarse con ella.
A sus 94 años Thomas ya no celebrará su cumpleaños sentada en su butaca de honor en la primera fila, que a diferencia del resto, tiene su nombre. “Que se larguen de Palestina” fue la respuesta que le dio a un rabino al cuestionarla sobre el papel de los Estados Unidos en la situación de Israel. Sus declaraciones corrieron como la pólvora.
Desde entonces, Helen Thomas no responde por qué renunció a su cargo.
Desde entonces Helen Thomas ya no pregunta.