Rigoberta Menchú (1959 - ¿? )


Desde que era una niña, la historia de Guatemala que aprendió Rigoberta Menchú entre la pobreza extrema de Uspantán, no era sino el resultado de la herencia de casi 300 años de ocupación española: la invención de nuevas provincias con nombres de santo, y que los indios, que fueron exterminados en su mayoría, desconocían. La historia de largos periodos de revoluciones burguesas, dictaduras de todos los cortes y guerras civiles montadas en su territorio por políticas de todos los colores, teniendo como resultado uno de los conflictos armados más largos de la historia de sur américa.

Rigoberta Menchú quiso cambiar el rumbo de los hechos, por ello se atrevió a denunciar en el año 1999, el genocidio de los mayas ocurrido entre 1961 y 1996 en la Audiencia Nacional española, ya que en su país están muy ocupados desde hace muchos años para investigar estos asuntos, con la corrupción que existe a todos los niveles.

Gracias a la insistencia de esta líder indígena, ganadora del novel de la paz, por primera vez en la historia un juez español dictó un auto hacia la Corte Constitucional de Guatemala por dejar impunes a los genocidas, agentes del estado guatemalteco, responsables de 667 matanzas, 430 aldeas arrasadas, 45.000 desaparecidos, 1.500.000 desplazados y 250.000 víctimas torturadas o desaparecidas durante el proceso.

Nadie se ha acordado del exterminio de los indios mayas, y se podría decir que nadie lloró su desaparición, pero esto no es del todo cierto. Durante la audiencia en España, mientras se llamaban a los pocos sobrevivientes de éstas familias indígenas y estos daban testimonio ante el juez de cómo sus mujeres, amigos e hijos fueron torturados y asesinados delante de ellos, no había un sólo ojo seco en toda la sala.

Janis Joplin (1943 - 1970)



 Sus compañeros la eligieron a los 16 años “el chico más feo del instituto”, también la marginaron más tarde por llevar atuendos estrafalarios, “beber como un hombre” hasta derrotar a los mejores borrachos de las tabernas donde cantaba a cambio de cerveza, y ser amiga de los negros e ir a sitios donde se oía blues y jazz expresando así que estaba claramente en contra del racismo. Así se fue convirtiendo Janis Lyn Joplin en una estrella del rock, en vez de en una profesora, como querían sus padres. “Sufrir mucho es lo único que necesitas para cantar blues” solía decir.

Años después, sus canciones no paraban de inundar todas las radios, que se morían por entrevistar a esa “hippie de espíritu rebelde” que era considerada además musa e icono de la cultura de los años sesenta, y que hizo que los mejores productores musicales de la época hicieran esperar a Bob Dylan o a los Doors por tenerla en su estudio. Su larga lista de amantes, casi todos músicos, sabían igual que su público, que cualquier canción sonaba distinta cuando salía de las entrañas de Janis Joplin, la cantante con un magnetismo y carisma irresistibles, “la blanca con voz de negra” de registros prodigiosos y voz rasgada por el whiskey, que "en cada concierto hacía el amor con todo su público, pero siempre volvía sola a casa”.

No se sabe si la soledad o la heroína fue lo que a los 27 años se llevó a Janis de este mundo, que soñó con un futuro mejor a través de sus canciones, que fue seducido por la pasión que volcó Janis sobre todos los escenarios que pisó, y al que dejó como herencia cuatro discos legendarios y 2.500 dólares para que sus amigos no celebraran su funeral, sino una enorme fiesta.

Marilyn Monroe (1926 - 1962)


Mucho ha obsesionado Marilyn Monroe a los hombres de todas las épocas, pero uno de sus mayores admiradores ha sido el famoso multimillonario Hugh Hefner, dueño del imperio del sexo más famoso del mundo llamado Playboy.

Hefner, se ha asegurado un lote al lado de la tumba de la actriz, enterrada en el Westwood Village en Los Ángeles. Lo cierto es que le debe mucho:

En 1953 compró por 500 dólares la famosa fotografía del desnudo de Marilyn al fotógrafo Tom Kelley, la primera tirada de la revista con su imagen en la portada generó en pocas semanas la venta de 53.991 revistas. Desde entonces la publicación facturó miles de millones e hizo de Playboy una marca tan poderosa como la Coca Cola, que según dicen, a pesar de estar en declive, ha facturado recientemente 77 millones de euros anuales.

Hugh Hefner nunca conoció a Marilyn Monroe, la actriz nunca recibió ni un centavo por la ventas multimillonarias de la revista, tampoco el fotógrafo Tom Kelley.

La verdad es que Marilyn Monroe, que murió a los 36 años, dejó una herencia valorada en 1,6 millones de dólares, de los cuales el 75% pasaron por voluntad de la actriz a su profesor de interpretación y el 25% a su psicoanalista. A lo largo de su vida nunca recibió dinero de la Playboy.
En su casa había una biblioteca con más de 400 libros con temas de filosofía, religión, arte, psicología y poesía que tenían anotaciones a pie de página de la propia Marilyn y que fue subastada posteriormente, pero Hugh Hefner no pujó por ellos.

También dejó una pensión de 5.000 dólares a su madre, que sufría graves trastornos mentales y con la que apenas habló desde que era niña.

María Mercedes Carranza (1945 – 2003)


Decir que fue una de las mejores poetisas de latino américa es poco.

Desde que todos la recuerdan, la joven María siempre estuvo comprometida con las buenas causas, estudió filosofía y periodismo, y como pocos profesionales de su ocupación a pesar de estar amenazados por el clima de violencia creciente en Colombia, nunca tuvo miedo de hablar abiertamente de la verdad que azotaba su país.

Fue jefa de redacción de varios periódicos, la única escritora que tuvo el honor de participar en la asamblea de 1991 que reformó la constitución de Colombia, dirigió las páginas literarias “Vanguardia” y “Estravagario” organizó congresos de poesía por la paz, y su trabajo le valió el llegar a ser la directora de la Casa de Poesía Silva en Bogotá.


Año y medio estuvo esperando María noticias de Ramiro Carranza, su hermano secuestrado por las Farc, noticias que nunca llegaron, y poco a poco vio la escritora con amarga desesperación como los intelectuales, las autoridades y sus compañeros de profesión se desentendían con el silencio y el miedo primero, y con la lástima y el cinismo después, de sus esfuerzos para lograr contactar con los secuestradores.

Según la versión que contó años después “Edgar” un guerrillero jubilado, que fue uno de los testigos del secuestro, Ramiro murió a principios del 2003, justo cuando el Ejército colombiano cercó a las Farc con la operación Libertad Uno. “Ese hombre estaba enfermo del alma, porque lloraba mucho en las noches...” dijo.

Junto a la vida de Ramiro se diseñó una lista interminable de nombres que quedaron en las montañas de Cundinamarca y que murieron fusilados, de hambre, de soledad, enfermos...

María Mercedes Carranza no murió en la montaña, prefirió hacerlo sin la ayuda de las Farc,

se quitó la vida en su casa de Bogotá.

Mary Shelley (1797 – 1851)


Mucho se ha especulado acerca de los orígenes de Frankenstein, la novela que revolucionó para siempre la ciencia ficción y el terror.

Algunos hablan de una apuesta de su autora con su amigo Lord Byron, para ver quién escribía la mejor historia de fantasmas, otros de una pesadilla recurrente que tenía Mary con la resurrección de los muertos en la tierra. Los hay que aseguran que el doctor Víctor Frankenstein, creador del monstruo, estaba inspirado en el excéntrico científico Andrew Crosse, quien en 1807 experimentaba con la electro-cristalización y cuya figura perseguida por la ciencia y la religión fascinó a los intelectuales de la época.

Pero quizás el mítico monstruo que decía que “se había convertido en un demonio por la desgracia y la desdicha” símbolo eterno de la soledad, la esterilidad y la muerte, sólo era un reflejo de ella misma, incapaz de retener la vida de las personas queridas: la de su madre que murió al poco tiempo de dar a luz, la de su hermanastra que se suicidó, o la de sus tres hijos que murieron al poco tiempo de nacer.
El monstruo peregrino sediento de afecto, fue la voz de la propia Mary, que vivió de forma itinerante, condenada al ostracismo social por enamorarse de un hombre casado que además también tuvo una temprana muerte. La escritora viajó por Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia, pero nunca más estuvo con otro. Las cartas que intercambió con amigos mostraron que siempre estuvo cubierta de deudas y siempre buscando la aprobación de su padre.
Tenía poco más de 40 años cuando empezó a sufrir dolores de cabeza y parálisis que la persiguieron hasta sus últimos días, y ya no pudo volver a leer o escribir.

Tiempo después de la muerte de Mary Shelley, cuando Frankenstein era ya una de las novelas más famosas en toda Inglaterra, su familia registró su escritorio. Allí encontraron trozos de cabello de sus hijos perdidos, un cuaderno que había compartido con Percy Bysshe Shelley, su compañero de toda la vida, y una copia de un poema de éste llamado “Adonaïs”, también encontraron una hoja envuelta en seda:


Tenía parte de sus cenizas y los restos de su corazón.