Amelia Earhart decidió pasar su vida entera en el cielo desde que en 1920 subió por primera vez a un biplano durante un espectáculo aéreo, a pesar de que por entonces, las mujeres no tenían ninguna credibilidad como pilotos.
En 1928 la fama alcanzada por sus vuelos y sus proezas de velocidad no tuvo precedentes,
El Boston Globe la reconocía como una de las mejores pilotos de Estados Unidos, batiendo récords no antes logrados ni por hombres ni por mujeres. Fue la primera en recorrer los 3.200 kilómetros que distan entre Terranova y Gales. Fue galardonada por el Congreso con la Cruz Distinguida de Vuelo, la primera otorgada a una mujer, y hasta el presidente Roosevelt le envió sus felicitaciones.
Voló a través del Pacífico, desde Hawaii a California, y de allí a Washington. Diez pilotos lo habían intentado antes y todos murieron. También voló de Honolulu a Oakland aterrizando ante una multitud que la aclamaba. Voló en el primer viaje en solitario de Los Ángeles a Ciudad de Méjico y de allí a Newark, aprovechando la repercusión de sus aventuras para crear carreras y promover la aviación entre mujeres.
En 1937 partió para cumplir su sueño: una travesía al rededor del mundo con una ruta nueva, y así lo hizo, pese a las inclemencias del tiempo. Voló desde Los Ángeles hacia Florida. Desde allí hasta Puerto Rico, bordeó Sur América Hasta África y el Mar Rojo. Voló como ningún otro piloto lo había hecho antes, hasta Karachi en la India, llegando hasta Calcuta. Aún enferma de disentería voló hasta Rangoon, Bangkok y Singapur. Recorrió más de 22.000 millas.
Era la última etapa de su viaje y había recorrido 33.000 kilómetros. En una última carta a su marido mientras se dirigía a Australia decía: “Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Donde ellos fallaron, sus intentos deben ser un reto para otros”
Jamás encontraron su aeroplano.
En 1928 la fama alcanzada por sus vuelos y sus proezas de velocidad no tuvo precedentes,
El Boston Globe la reconocía como una de las mejores pilotos de Estados Unidos, batiendo récords no antes logrados ni por hombres ni por mujeres. Fue la primera en recorrer los 3.200 kilómetros que distan entre Terranova y Gales. Fue galardonada por el Congreso con la Cruz Distinguida de Vuelo, la primera otorgada a una mujer, y hasta el presidente Roosevelt le envió sus felicitaciones.
Voló a través del Pacífico, desde Hawaii a California, y de allí a Washington. Diez pilotos lo habían intentado antes y todos murieron. También voló de Honolulu a Oakland aterrizando ante una multitud que la aclamaba. Voló en el primer viaje en solitario de Los Ángeles a Ciudad de Méjico y de allí a Newark, aprovechando la repercusión de sus aventuras para crear carreras y promover la aviación entre mujeres.
En 1937 partió para cumplir su sueño: una travesía al rededor del mundo con una ruta nueva, y así lo hizo, pese a las inclemencias del tiempo. Voló desde Los Ángeles hacia Florida. Desde allí hasta Puerto Rico, bordeó Sur América Hasta África y el Mar Rojo. Voló como ningún otro piloto lo había hecho antes, hasta Karachi en la India, llegando hasta Calcuta. Aún enferma de disentería voló hasta Rangoon, Bangkok y Singapur. Recorrió más de 22.000 millas.
Era la última etapa de su viaje y había recorrido 33.000 kilómetros. En una última carta a su marido mientras se dirigía a Australia decía: “Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Donde ellos fallaron, sus intentos deben ser un reto para otros”
Jamás encontraron su aeroplano.